jueves, 1 de septiembre de 2016

KYLEMORE ABBEY

Dejamos Aclare y nos dirigimos hacia Connemara, el gran desierto verde. De camino pasaríamos por Lenaunn, el fiordo de Irlanda. Teníamos reservada la conocida visita de Kylemore Abbey y sus jardines, un castillo-internado antiguo de película y cerraríamos el día con una ruta a pie por el Parque Nacional de Connemara.
    Cada mañana avanzábamos la ruta del día con un tirón mañanero. Madrugábamos un poco y a         primera hora hacíamos una hora de coche más o menos para situarnos a mitad de camino del alojamiento siguiente. Nuestra primera parada fue el fiordo de Lennaun.








 Un ejercito de jardineros cuidaban los jardines. Hoy en día también. Toda la verdura y fruta que se consumía en el castillo salía de aquí. La casa del jardinero jefe...era impresionante.








                                     LA HISTORIA DE KYLEMORE ABBEY  (DIARIO DEL VIAJERO)
En 1867, el matrimonio Henry visitó el Parque Nacional de Connemara  para pasar sus vacaciones. Eran una familia de comerciantes que se habían vuelto ricos en Manchester. Estaban paseando tranquilamente a caballo cuando Margaret Henry le dijo a Mitchell: "Me encanta Connemara, hazme una casa aquí, Mitchell". Mitchell respondió: "No te haré una casa, querida, te haré un castillo".
Tras 4 años de construcción, se inauguró el castillo de Kylemore. Pero Mitchell no se limitó al castillo. En los cenagales típicos de Connemara, donde sólo hay hierba y arbustos, plantó todos los árboles que formaron los bosques que rodean el lago Kylemore y además contrató a jardineros para completar el Jardín Victoriano de Kylemore.
Lo que parecían años felices para la familia, pasaron a ser años amargos cuando Margaret Henry murió en 1874, y poco después falleció su hija pequeña, que era la favorita de Mitchell. Todas estas tragedias amargaron la vida al resto de la familia por lo que se marcharon de Connemara.
Vendieron el castillo, el jardín y todas sus pertenencias a los Duques de Manchester. Ellos no eran como el matrimonio Henry. Hicieron multitud de fiestas y descuidaron el Jardín y los bosques de los alrededores. Poco después perdieron el Castillo jugándose su propiedad en una partida de cartas.
El castillo estaba abandonado cuando las monjas benedictinas lo compraron por un precio simbólico a la gente local, medio siglo después de que fuese construido. Ellas lo arreglaron y lo convirtieron en una abadía y un colegio para niñas. También construyeron la pequeña Iglesia de estilo gótico que se encuentra en los alrededores de la Abadía. En la actualidad, todo el terreno pertenece a las monjas benedictinas y está destinado únicamente al turismo.

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