Comenzamos la ruta hacia Selva Negra. Poco a poco el paisaje se fue transformando. Los tejados de las casas,con su forma tan reconocible,eran cada vez más frecuentes y los árboles iban formando un pasillo cada vez más denso en aquella carretera serpenteante. Al fondo vimos nuestro hotel.Tenía buena pinta. Este fue el último hotel y en el que pasaríamos más días.
Estaba ubicado en medio del campo,
pero cerca de Hornbeg un pequeño pueblo de la Selva Negra o Schwarzald
en alemán.Tenía un pequeño lago con patos ,columpios, un campito de
futbito de hierba y una caseta con cabras y otros "seres".La habitación
era muy amplia y Javi y María dormían en la parte de arriba. El
restaurante del hotel era IMPRESIONANTE. Tanto en precio como calidad y
sobre todo porque tenía carta en español. Dos tardes entramos a la sauna. Una de aromas y una
clásica como decia Javi la sauna "china".Tenía un cubo con una cuerda
que al tirar te caía encima toda el agua fria. Para valientes.